Entre el miedo, la ansiedad y la incertidumbre: así viven los migrantes en Chile con el triunfo de Kast
”Kast aún no asume la presidencia y sus discursos de odio ya están cambiando el panorama social. Tengo mucha ansiedad”, dice Juan Garcés, un estudiante universitario de 26 años que llegó a Chile en 2014 proveniente de Colombia. Al igual que varios miembros de su familia, el objetivo era uno: buscar mejores oportunidades para vivir.
“Viajé en avión hacia Chile y aquí me reencontré con mi madre, que se vino un poco antes para juntar dinero y enviarlo a Colombia. Terminé el colegio acá y tuve el privilegio de poder estudiar gastronomía, artes escénicas y ahora psicología”, cuenta Garcés, a quien los últimos resultados de las elecciones presidenciales no han dejado indiferente: el ultraderechista y conservador José Antonio Kast, fundador del Partido Republicano en Chile, obtuvo una contundente victoria con más del 58 % de las preferencias.
“Viví estas elecciones con mucha atención y responsabilidad. Llevo años en este país y he visto el clima social. Ese mismo día (de las elecciones) tomé un auto de una aplicación y vi como el conductor empezó a decir cosas de los migrantes, que se queden los que deban quedarse y que el resto mejor se vayan. Estaba repitiendo todo lo que decía Kast. Y la verdad es que la decisión de migrar no es fácil. Es parte de la historia de la humanidad. Hasta la familia de Kast es migrante, llegaron desde Alemania”, cuenta Garcés.
Por su parte, “Mickey”, un joven de 20 años que no quiso dar su nombre por razones de seguridad, tuvo una llegada similar a Chile en 2018, pero desde su natal Venezuela.
“La situación en mi país era mala. Mi madre había recibido amenazas y a mi hermano lo intentaron secuestrar. Todo era muy inseguro allá, no teníamos calidad de vida, mi familia no podía más”, dice este estudiante de diseño y confección de vestuario. “Vinimos a Chile para estudiar. Eso también motivó a mi mamá para traerme con ella y también a mi hermano, que está estudiando una carrera de la salud aquí”, relata Mickey a CNN.
Al igual que Garcés, Mickey también sufrió distintos tipos de discriminaciones en el país austral, especialmente por ser “el más moreno” de toda su familia.
“Me tocó más de una vez que la gente hacía comentarios de mi color de piel como si fuera algo malo. En clases me tocó experimentar microagresiones y xenofobia”, recuerda Mickey.
“En mi universidad hay gente que apoya a Kast y cuando los escuchaba hablar y legitimar estos discursos de odio era como… No sé, me chocaba mucho. Yo perdí muchas amistades cuando empezó todo esto (las campañas presidenciales). Tuve que escuchar muchas cosas y siempre aparecía la xenofobia en un punto”, afirma Mickey.
“Yo ya pasé por esto en Brasil con Bolsonaro. Esto no es nuevo, Kast no nació de la nada. Lo que veo es que los discursos de odio terminan siendo validados y luego empiezan los actos de violencia. Así pasó en Brasil, donde tuvimos hasta un intento de golpe de estado”, cuenta Patrick Erminio (32 años), un terapeuta ocupacional que llegó a Chile en 2020.
Al igual que Garcés y Mickey, Erminio siente incertidumbre por los próximos años que vendrán para Chile.
“Kast no dice mucho, pero expresó lo que muchas personas piensan actualmente en el país, que es ‘ay, no aguanto a los venezolanos porque vienen a robar los trabajos, vienen a delinquir, etcétera’. Es muy fuerte lo que pasa contra ellos. Yo como brasileño no lo he vivido tanto, excepto hace un par de semanas cuando una señora me empezó a gritar en un parque que yo era migrante y que me tenía que ir de Chile”, cuenta Patrick a CNN, quien entre risas nerviosas afirma que ahora cruza con mucho cuidado por ese parque porque teme que alguien más vuelva a gritarle algo.
“El mismo día de las elecciones, cuando ganó Kast, había banderas de Augusto Pinochet en las calles y personas defendiendo lo que pasó en dictadura”, agrega el profesional brasileño.
“Cuando asuma Kast las cosas van a estar difíciles, porque sí o sí esa voz de violencia será validada y su discurso antiderechos humanos va a ser validado. Yo creo que el panorama social empeorará. No tengo ganas de irme. La migración siempre ha estado en el mundo y no creo que Kast tenga el poder para echar a todos los venezolanos y extranjeros. La polarización existe, pero yo me quedo acá. Y si tenemos que luchar diez veces más, lo haremos. Migrar es un derecho humano”, recalca Erminio a CNN.
En su último debate presidencial, Kast aseguró que a los migrantes irregulares les quedaban “92 días para salir del país”, una cuenta regresiva con foco en la fecha en que asumirá su mandato.
Días después, a solo horas de haber sido elegido como el próximo presidente de Chile, Kast decidió viajar a Buenos Aires, Argentina, donde sostuvo una reunión bilateral con el presidente Javier Milei en la Casa Rosada para abordar temas como el progreso económico, seguridad y, por supuesto, migración.
Según Kast, hay muchos migrantes que a Chile “entraron por la ventana y no por la puerta. Nosotros no tenemos ningún problema en recibir a las personas que van a trabajar con un contrato estable, que se identifican en la frontera. Pero esta inmigración nos tiene hoy en día con más de 300.000 personas en situación irregular y lo que hemos planteado a distintos presidentes en ejercicio es la necesidad de establecer un corredor humanitario”.
“Nosotros no somos capaces de hacer magia. Hemos sido muy claros en señalar el plazo que queda hasta que yo jure como presidente, y lo que hemos señalado es que aquellas personas que están en situación irregular, aquellas personas que están prófugas de la justicia, las personas que estén abusando de los cargos públicos, tienen que tener en cuenta que van a cambiar las condiciones”, aseguró Kast.
El presidente electo agregó que “la invitación es que si alguien quiere volver algún día a Chile y está en situación irregular, tome todas sus cosas, se vaya y después postule a ingresar de nuevo, pero con todos sus documentos en regla, como corresponde. Si no lo hace, en algún momento esa persona se va a encontrar con la autoridad. y el día en que se tenga que presentar frente al Estado, en ese momento le vamos a decir ‘usted tiene que partir’. La diferencia es que esa persona no va poder ingresar nunca más a Chile”.
Para Patrick Erminio, “cuando Kast dice que los va a sacar a todos del país se crea un enemigo fantasma, uno que necesita ser exorcizado. El eco de ese discurso hizo que ganara. Y no es que él fue por ahí gritando solo. Él estaba diciendo lo que la mayoría de los chilenos piensan”, asegura el terapista ocupacional brasileño.
Por su parte, para Juan Garcés la situación es clara: “Yo ante todo daría cara, nunca bajaría la voz, nunca me escondería. Siempre representaría con mi discurso racial, siempre diría que soy de afuera, que me encanta el Chile que yo conozco y siempre seguiría siendo queer”.
En tanto, Mickey confiesa que hubo un momento en el que evaluó volver a migrar: “He mirado otras posibilidades, ¿pero a dónde? ¿Cómo me movilizo? ¿Cómo cambiar toda mi vida de una vez? Ya viví todo un proceso migratorio y tuve que dejar muchas cosas atrás. Y no quiero hacerlo de nuevo. No quiero seguir huyendo por cosas como estas. No quiero perder todo lo que tengo. Sólo quiero vivir en paz”, concluye el joven de 20 años.
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