“Somos San Marino, siempre tenemos que sufrir”: cómo es jugar para la peor selección nacional de fútbol del mundo
(CNN) –– Perder 2-1 contra Dinamarca. Caer 2-1 ante Finlandia. Empatar 1-1 con Letonia. Para la mayoría de los equipos de fútbol, esto sería un indicio de una mala racha, momentos difíciles que los hinchas intentan olvidar y probablemente una señal de que el equipo está buscando un nuevo entrenador.
Para San Marino, no obstante, estos son algunos de los mejores resultados en la historia de la nación. Esto se debe a que San Marino pierde demasiado: desde el primer partido del país el 28 de marzo de 1986, ganó solo 2 de los 212 partidos que jugó la selección nacional, empató 10, y perdió el resto.
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La posición más alta que ha ocupado La Serenissima en el ranking mundial de la FIFA fue la número 11ª en septiembre de 1993 y desde entonces ha ido descendiendo de forma constante (con algunas caídas abruptas). La última vez que el equipo no estuvo en el último puesto de la clasificación fue hace más de tres años, cuando durante 35 días ocupó el puesto 209 en lugar del 210. Es, estadísticamente, la peor selección nacional masculina de fútbol del mundo.
“Intentas hacer lo mejor que puedes donde sea, pero si el rival está teniendo un buen día, entonces pueden hacerte lo que quieran”, le dijo el defensa Dante Rossi a CNN Sport.
San Marino, un pequeño microestado dentro de Italia, tiene 33.600 habitantes. Si fuera una ciudad de EE.UU., sería la ciudad número 1.400 más grande del país en términos de población.
Es conocida por sus hermosas vistas, sus pasteles tradicionales y por ser la república más antigua del mundo que aún sigue en pie. Sin embargo, no es conocida por su destreza futbolística.
San Marino es un pequeño enclave dentro de Italia. Crédito: taratata/iStockphoto/Getty Images.
Una doble vida
Marcello Mularoni es uno de los jugadores más importantes de San Marino. Disputó 45 partidos con su país, jugó partidos importantes contra selecciones como Inglaterra e Italia y fue el capitán del equipo en su último partido.
Pero la mayor parte del tiempo, Mularoni es consultor de empresas.
El centrocampista es semiprofesional, como casi todos sus compañeros de selección. El plantel de San Marino está formado por empleados de oficina, entrenadores personales, estudiantes, un diseñador gráfico y un solo profesional a tiempo completo que es Nicola Nanni, quien juega en el club Torres de la Serie C, la tercera división de Italia.
“Es extraño. Durante el día te concentras en tu trabajo y luego tienes que pasar al entrenamiento”, le dijo Mularoni a CNN Sport. “Si estás cansado, igualmente tienes que entrenar. Lo hacemos por nuestra pasión. Pero también se trata de la gran oportunidad que tenemos de enfrentarnos a jugadores como (Jude) Bellingham, nuestros ídolos que vemos en la televisión, como si fueran personas normales o amigos.
“Es curioso, pero tenemos que trabajar. Jugamos muchos partidos durante el año, lo que significa que estamos fuera del trabajo, así que hay que mostrarle respeto al dueño del negocio”.
Marcello Mularoni (de azul) en acción contra Liechtenstein durante un partido de la Liga de Naciones de la UEFA. Crédito: Giuseppe Maffia/DeFodi Images/Getty Images.
Según Rossi, esta doble vida es una de las razones por las que San Marino ha pasado por momentos difíciles a lo largo de los años.
“Tenemos mucha gente en el equipo que trabaja o estudia. Eso requiere mucho tiempo y, sin duda, mucha concentración”, afirmó.
“En 2021, jugamos en Wembley contra Inglaterra y perdimos 5-0. 5-0 es obviamente un resultado malo, pero para nosotros en Wembley casi que fue bueno. Tal vez no bueno, pero definitivamente aceptable”, comentó.
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“No somos profesionales que podamos dedicarle nuestro tiempo, contar con un bienestar económico para toda la vida y tener la mente puesta únicamente en el fútbol. Tenemos muchos problemas, tenemos familia, tenemos muchas cosas en las que pensar además del fútbol. Se vuelve muy complicado porque (los otros equipos) están dedicados al 100% a esto”.
Según Rossi, no es fácil perder tanto y con tanta frecuencia. Entre 2006 y 2023, San Marino ostentaba el indeseable récord de haber sufrido la mayor derrota en la historia de la clasificación para la Eurocopa: una goleada por 13-0 a manos de Alemania.
Bernd Schneider marca el 13-0, tras anotar un penalti imposible para el portero de San Marino, Aldo Simoncini. Crédito: Giampiero Sposito/Reuters.
El 7 de septiembre de 2006 sigue siendo un día oscuro para todos los que siguen a San Marino. Dos meses antes, Alemania había sido derrotada por Italia en el último minuto de una semifinal del Mundial en Dortmund.
Die Mannschaft, que creía que San Marino era un país esencialmente italiano, se vengó. Los jugadores de San Marino, que ya perdían 12-0, ya habían sufrido suficiente humillación, tuvieron que convencer al portero alemán Jens Lehmann de que no pateara un penalti.
Rossi no jugó en ese partido, pero sí participó en otro día infame en la historia del fútbol del país, una derrota por 10-0 ante Inglaterra en noviembre de 2021.
“Ese partido fue el más difícil, a nivel personal y grupal, que nos ha tocado afrontar”, recordó Rossi. “Fue doloroso. Sufrimos después de ese partido, la verdad. Sufrimos mucho. Pero bueno, esto pasa. Así es el fútbol”.
“Somos San Marino, ¡siempre tenemos que sufrir!”
Tan frecuentes son las derrotas que Rossi aprendió a sacar lo positivo de cada cosa que puede, incluso de otro partido que jugaron contra Inglaterra ese año.
El defensor se muestra filosófico sobre lo que significa jugar para un equipo que solo ganó uno de sus primeros 210 partidos, una victoria por 1-0 sobre Liechtenstein en un partido de exhibición en 2004.
“Es muy difícil de entender porque el fútbol es un deporte en el que lo más importante –lo único, a veces– es ganar y ser campeón”, explicó. “Pero no creo que sea un extremo o el otro. Cada uno tiene que mirar su propia realidad y lo que puede hacer con ella, incluso las cosas pequeñas”.
Bukayo Saka marca el décimo gol de Inglaterra durante el partido de clasificación para la Copa Mundial de la FIFA 2022 contra San Marino. Crédito: Alessandro Sabattini/Getty Images.
Mirar el lado positivo
Los hinchas de San Marino también aprendieron a mantener el ánimo, aunque pueden permitirse el lujo de ser un poco más autocríticos. La cuenta de fans @SanMarino_FA consiguió 178.000 seguidores (más de cinco veces la población del propio país) en X, antes conocida como Twitter, con un relato humorístico sobre cómo es apoyar al equipo.
“¡Es una cosa de locos!”, se rio su administrador, que usa el seudónimo de Martino Bastianelli, en una entrevista con CNN Sport. “Siempre pienso: ‘Quizás hoy sea el día’. Pero luego empiezan a jugar”.
Aún más irónico es el grupo de seguidores principal del equipo nacional, la Brigata Mai 1 Gioia, o “Brigada de la Alegría Nunca Inexistente”.
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“Estamos enfermos porque apoyamos a San Marino”, le dijo a CNN Sport Christian Santini, miembro de la Brigata desde 2018. “Apoyamos a un equipo que nunca gana”.
“No soy de San Marino”, continuó. “Vivo cerca de la costa oeste de Italia. Me lleva casi tres horas llegar a San Marino. Nosotros (la Brigata) tenemos un hombre bávaro que conduce a San Marino desde Múnich. Tenemos gente de Austria, dos irlandeses y un francés.
“Esta gente está enferma. Así de simple”.
Una pancarta de Brigata Mai 1 Gioia en el partido de San Marino contra Liechtenstein el 5 de septiembre. Crédito: Pierini/FSGC.
Rossi añadió: “Quizás sea un poco de humor, pero conocemos a la gente de la Brigata y sabemos que nos respetan mucho. Sabemos que probablemente se les ocurrió el nombre como una broma, pero hay más. Siempre les agradecemos porque nos siguen a todas partes, ya sean tres, diez, veinte, treinta, lo que sea”.
Bastianelli comparte este sentimiento. “Es bueno tener esa visión humorística de: ‘Aquí vamos de nuevo, vamos a perder’”, le dijo a CNN. “Pero también es bueno intentar seguir creyendo, aunque sepas que vas a perder”.
A pesar de su tono lúdico, Santini explicó que la Brigata también tiene un aprecio genuino por los jugadores.
“Si quiero ver un partido de fútbol profesional, vivo a dos kilómetros de un equipo de la Serie A, el Empoli”, explicó. “Aquí en Toscana, también tengo a la Fiorentina y al Pisa. ¿Por qué viajar tres horas e ir a San Marino para ver un partido de fútbol?
“Los apoyamos por la única razón de que son como nosotros. Son personas que trabajan duro durante la semana. Pero también nos hacen soñar”.
Durante los 38 años transcurridos desde el primer partido del país a mediados de los años 80, personas como Santini y Bastianelli han soñado con ver a San Marino ganar un partido oficial. Muchos probablemente habían aceptado que eso nunca sucedería.
Sin embargo, el 5 de septiembre, ese sueño se hizo realidad.
Victoria al fin
Mientras La Serenissima se preparaba para un partido de la Liga de Naciones de la UEFA contra Liechtenstein –el equipo al que había vencido en un amistoso hace 20 años– el centrocampista Mularoni sintió algo diferente a la expectativa habitual de una derrota.
“Antes del partido contra Liechtenstein, pude ver en los ojos de mis compañeros que creían”, dijo. “Pensábamos: ‘Sí, hoy es el día’”.
Rossi celebra con el entrenador de San Marino, Roberto Cevoli, tras la victoria por 1-0 sobre Liechtenstein. Crédito: Pruccoli/FSGC.
Las oportunidades de jugar contra equipos de un nivel similar no se presentan muy a menudo, explicó Mularoni.
“Hace unos cuatro años, nos enfrentamos a Gibraltar y a Liechtenstein y había presión, como si dijéramos: ‘¡Guau! Tenemos que ganar’”, dijo. “Pero esta vez contra Liechtenstein, no teníamos ese tipo de pensamientos. Era como si dijéramos: ‘Podemos ganar’, no ‘Tenemos que ganar’”.
Sin embargo, el equipo era consciente de que tenía que dar lo mejor de sí. “Sabíamos que para ganar el partido, o para tener la posibilidad de ganarlo, tendríamos que hacerlo todo a la perfección”, dijo Rossi. “No había otra manera: si cometíamos errores, perderíamos”.
Fue una emoción que no olvidaré nunca en mi vida. Cuando el árbitro pitó el final del partido, todo se paró, como en una película”, relató Dante Rossi.
El partido en sí no fue nada clásico. Un gol al comienzo del segundo tiempo de Nicko Sensoli, de 19 años (que aún no había nacido cuando San Marino ganó por última vez) fue suficiente. Pero la calidad del juego era lo último en lo que pensaba Rossi.
“Esa descarga de adrenalina en la que no sabes qué hacer contigo mismo. Creo que abracé a mis compañeros, fui al autobús, miré a las gradas para encontrar a mi hija y simplemente lo disfruté”.
Los jugadores de San Marino celebran la victoria sobre Liechtenstein, la primera victoria competitiva en la historia del equipo. Crédito: Pierini/FSGC.
De vuelta al vestuario, Rossi no solo vio lo que significaba para sus compañeros de equipo, sino también para la gente de San Marino.
“Emoción, lágrimas, alegría, abrazos, fotos, mensajes, ¡miles de mensajes!”, afirmó. “No uso redes sociales, pero en WhatsApp recibí llamadas y mensajes de todos mis compañeros”.
La experiencia de Mularoni fue muy similar: “Al día siguiente, cuando llegué al trabajo, todo el mundo me felicitaba”, dijo.
“Me siento muy orgulloso del personal y de mis compañeros de equipo, no solo de los compañeros que estaban en el campo o en el banco ese día, sino también de todos los compañeros de equipo con los que he entrenado durante mis años en la selección nacional”.
A los 176 minutos, San Marino había ganado un partido oficial. Solo falta, bromeó Mularoni, que el grupo de aficionados reconozca el logro.
“La Brigata Mai 1 Gioia – ‘Nunca Una Alegría’”, reflexionó. “¡Deberían cambiar el nombre!”
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