¿Quién es Marco Rubio, el antiguo rival de Trump que podría ser su nuevo secretario de Estado?
(CNN Español) — El senador de Florida Marco Rubio, quien hace ocho años fue rival de Donald Trump en unas primarias presidenciales republicanas y tuvo choques con él, probablemente sería el designado del presidente electo para ser su próximo secretario de Estado, dijeron fuentes a CNN. Rubio es hijo de inmigrantes cubanos y ha sido vocal en temas sobre Venezuela, Cuba y Colombia.
Pese a que Rubio y Trump fueron oponentes en 2016, desde entonces el camino se despejó y ahora la relación entre ambos floreció.
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Rubio, quien se postuló para vicepresidente en 2024, había dejado en claro previamente que estaba interesado en unirse al gabinete de Trump si era para el puesto adecuado, dijeron a CNN varias fuentes familiarizadas con el proceso.
Dada su profunda experiencia en política exterior y su participación tanto en la Comisión de Inteligencia del Senado como en la Comisión de Relaciones Exteriores, el Departamento de Estado parecería una buena opción para Rubio. El senador además tiene una relación cercana con la secretaria general entrante, Susie Wiles.
¿Quién es Marco Rubio?
Marco Antonio Rubio nació el 28 de mayo de 1971 en Miami, Florida, y es hijo de Mario Rubio, un camarero, y Oriales García Rubio, ambos cubanos. Se casó en 1998 con Jeanette Dousdebes y tienen cuatro hijos, Amanda Loren, Daniella, Anthony y Dominick. Asistió a Tarkio College en Missouri, entre 1989 y 1990; estudió en la Santa Fe Community College en Gainesville, Florida, de 1990 a 1991; se graduó de Ciencias Políticas en 1993 en la Universidad de Florida. En 1996 obtuvo el título con distinciones de juris doctor, el posgrado de Derecho, en Universidad de Miami. Es católico.
La “escalada impresionante” de Marco Rubio
El Rubio de hoy es muy diferente del senador novato que planeaba su camino a la Casa Blanca hace más de una década.
Por aquel entonces, Rubio tenía poco más de 40 años y ya era considerado en Florida como un ambicioso político.
A los 28 años, aprovechó la oportunidad de presentarse a la Cámara de Representantes de Florida, dejando atrás el puesto en el Ayuntamiento de West Miami que acababa de ocupar un año antes. No dejó de ascender en el liderazgo del partido en Tallahassee hasta convertirse en presidente de la Cámara estatal.
Tras abandonar su escaño en 2010, decidió presentarse como candidato al Senado, enfrentándose al propio gobernador de su partido, Charlie Crist. Captando el fervor del Tea Party, Rubio acabó empujando a Crist a presentarse como independiente y salió victorioso.
“Si nos fijamos en su ascenso político, es una escalada impresionante”, dijo Al Cárdenas, expresidente del Partido Republicano de Florida y exmentor de Rubio, a quien una vez empleó en su bufete de abogados. “Pasó de ser un chico humilde, que se licenció en Derecho y apenas consiguió una victoria en una pequeña carrera municipal, a senador por uno de los tres estados más grandes del país. Cualquiera que lo mire desde fuera diría que es un ascenso impresionante”.
Los candidatos al Senado de Estados Unidos Marco Rubio (izquierda) y Charlie Crist esperan la llegada de Kendrick Meek antes del inicio de su debate en los estudios de WFTV, el miércoles 6 de octubre de 2010 en Orlando, Florida. (Joe Burbank/Pool/AP)
Aspiración a la presidencia y entrada de Trump a la escena política
En 2012, la clase dirigente y los donantes del Partido Republicano estaban pensando en cómo convertirse en un partido más inclusivo, con una reforma migratoria que muchos –incluido un joven Rubio– veían como una forma de abrirse camino entre los votantes latinos que habían votado en masa al presidente Barack Obama frente al republicano Mitt Romney.
Rubio aprovechó la oportunidad y ayudó a negociar un enorme proyecto de ley de inmigración bipartidista que habría invertido más de 40.000 millones de dólares en seguridad fronteriza y legalizado a millones de inmigrantes que vivían ilegalmente en Estados Unidos en ese momento.
El proyecto fue aprobado por el Senado, pero se estancó en la Cámara de Representantes. Rubio se distanció de él. Luego, cuando Trump apareció en escena, la trayectoria del partido y la del propio Rubio empezaron a cambiar.
Cuando Rubio declaró su intención de ser presidente –incluso cuando su amigo el exgobernador Jeb Bush estaba sentando las bases para su propia candidatura–, el entonces senador de Florida anunció su decisión primero en una llamada con donantes antes de un mitin en Miami.
“Mi candidatura puede parecer improbable para algunos que la ven desde el extranjero”, dijo Rubio cuando anunció su candidatura. “En muchos países, el cargo más alto del país está reservado a los ricos y poderosos. Pero yo vivo en un país excepcional… donde incluso el hijo de un camarero y una empleada doméstica puede tener los mismos sueños y el mismo futuro que los que proceden del poder y el privilegio”.
Pero en los últimos días de su campaña, Rubio no escatimó ataques contra Trump, diciendo que él no iba a “hacer grande a América [Estados Unidos]. Va a hacer que América sea naranja”, burlándose del tamaño de las manos de Trump y calificándolo de “estafador” que aspiraba a hacerse con el control del Partido Republicano. En su discurso de concesión en 2016, Rubio pareció lidiar en tiempo real con lo que se había hecho evidente en las primarias: los votantes no estaban interesados en ampliar los límites del Partido Republicano con un mensaje esperanzador, sino que se sentían atraídos por los aspavientos de Trump y su mensaje populista.
Los entonces aspirantes republicanos a la presidencia, el senador Marco Rubio (a la izquierda), y Donald Trump (a la derecha) participan en un debate patrocinado por Fox News en el Fox Theatre el 3 de marzo de 2016 en Detroit, Michigan. (Chip Somodevilla/Getty Images)
Regreso al Senado
Rubio regresó a Washington en la primavera de 2016 derrotado y con la intención de abandonar la política. Su frustración con Washington llegó a un punto crítico tras un solo periodo en el Senado. Y, como uno de los miembros menos ricos de la cámara alta, parecía dispuesto a obtener beneficios en el sector privado.
Ninguno de los republicanos de Florida que aspiraban a su escaño (entre los que se encontraba un poco conocido Ronald DeSantis) impresionó demasiado a los donantes y líderes del Partido Republicano. Para intentar hacerle cambiar de opinión, la Cámara de Comercio de EE.UU. recurrió a uno de los miembros de su junta, Frank VanderSloot, un magnate de los suplementos nutricionales de Idaho que había ayudado a financiar la aspiración de Rubio a la Casa Blanca.
Los dos se reunieron en la oficina de Rubio, donde VanderSloot dijo que le comentó a Rubio: “Estados Unidos necesita que se quede en el Senado”.
Rubio atribuyó más tarde su cambio de opinión al mortal tiroteo en Pulse, un popular club nocturno para personas LGBTQ en Orlando. El atacante mató a 49 personas, en su mayoría homosexuales, e hirió a otras 53. Rubio, que ha pasado su tiempo en cargos públicos argumentando en contra de las restricciones a las armas y oponiéndose al matrimonio entre personas del mismo sexo, dijo a un locutor de radio conservador en ese momento que estaba “profundamente impactado” por la tragedia y que eso le hizo reconsiderar “dónde eres más útil a tu país”. Doce días después del tiroteo, Rubio volvió a lanzarse a la carrera por el Senado justo antes de que finalizara el plazo de presentación de candidaturas.
La relación entre Rubio y Trump florece
En los años transcurridos desde entonces, la relación entre Rubio y Trump no solo se descongeló, sino que floreció.
“No le conocía antes de que se presentara. Llegué a trabajar con él y llegué a respetar su forma de actuar como presidente, pero, cuando se presentó por primera vez no sabía nada de él, aparte de que era famoso y conocido, pero no le conocía como persona”, dijo Rubio.
Al ser preguntado por cómo pudo pasar de ser el blanco de los ataques de Trump en 2016 a estar tan cerca como lo está hoy de él, Rubio replicó: “Eso fue una campaña”.
“Eso es como preguntarle a un boxeador por qué golpeó a alguien en la cara en el tercer asalto. Es porque estaban boxeando. No significa que odies a esa persona, pero estábamos compitiendo por el mismo puesto”, dijo. “Quizá otras personas sean diferentes, pero si él fuera demócrata y tuviéramos una campaña dura, ¿no estaría todo el mundo insistiendo en que volviéramos y trabajáramos juntos, verdad? Así que, ¿por qué no esperar eso y algo más cuando se trata de un republicano?”.
De hecho, la relación entre Trump y Rubio evolucionó rápidamente. Aunque discutieron públicamente en el escenario político, tras la victoria en 2016, Trump invitó a Rubio a cenar a la Casa Blanca, lo que supuso un punto de inflexión. Y a lo largo de su presidencia, Trump se apoyó en los conocimientos de Rubio sobre América Latina para orientarle en asuntos relacionados con Venezuela, Cuba y Colombia.
“Solíamos bromear diciendo que su trabajo extra era ser el coordinador del Hemisferio Occidental”, dijo un antiguo ayudante a CNN, señalando que Trump llamaba con frecuencia para conocer la opinión de Rubio sobre asuntos de la región.
Cuando estalló la pandemia, Rubio y el senador demócrata Ben Cardin, de Maryland, trabajaron con el Gobierno para poner en marcha rápidamente el Paycheck Protection Program, un programa de préstamos que ofrecía a los propietarios de pequeñas empresas de todo el país una forma de financiar las nóminas y otros gastos durante el covid-19.
“Fue una experiencia realmente buena trabajar con él”, dijo Cardin. “Teníamos que conseguir un resultado, y teníamos que hacerlo rápido, así que tuvimos que renunciar a cualquiera de los habituales debates en la sombra que se hacen en este lugar y llegar a decisiones”.
Rubio también desempeñó un papel fundamental al trabajar estrechamente con la hija de Trump, Ivanka Trump, y ayudar a diseñar el crédito fiscal por hijos en el proyecto de ley tributaria de 2017 del Partido Republicano, amenazando con votar inicialmente en contra del paquete a menos que se ampliara la reembolsabilidad del crédito en el proyecto de ley, lo que finalmente sucedió.
–Con información de Lauren Fox, Steve Contorno, Kaitlan Collins, Kristen Holmes y Kylie Atwood, de CNN.
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