¿Te deprimen los aranceles? Cómo sustituir los vinos europeos por alternativas estadounidenses
El whisky escocés y el irlandés no son los únicos alcoholes que sufrirán las consecuencias de un arancel del 200% sobre los productos fabricados en Europa: también lo harán tus botellas favoritas de Burdeos y Chianti.
El vino, que ya sufrió una caída del 8% en las ventas estadounidenses el año pasado, recibió un nuevo golpe esta semana cuando el presidente Donald Trump amenazó con otra ronda de aranceles que entrarán en vigor en abril.
Una “gran mayoría tendrá dificultades para gestionar estos gastos añadidos”, dijo en un comunicado Francis Creighton, consejero delegado de Mayoristas de Vinos y Licores de EE.UU (WSWA, por sus siglas en inglés). “A fin de cuentas, estos aranceles, si se aplican, no solo perjudicarán a nuestra industria, sino que elevarán directamente los precios para los consumidores estadounidenses”.
Los vinos y licores importados suponen el 35% de los ingresos de todas las ventas estadounidenses en el mercado del alcohol, lo que significa que todos los aspectos de los cócteles y vinos pedidos en restaurantes o comprados en comercios minoristas “aumentarán significativamente” si los aranceles entran en vigor, advirtió la organización comercial.
El “aumento de los costos hará que algunos consumidores se queden en casa, perjudicando a los cantineros, camareros y otros trabajadores de bares y restaurantes que dependen del tráfico de clientes para las propinas y las horas de trabajo”, dijo Creighton.
Si se imponen aranceles, es posible que los consumidores tengan que decantarse por los vinos fabricados en Estados Unidos.
“Estoy segura de que algunos puristas (del vino) no estarán de acuerdo conmigo, pero definitivamente creo que casi todo lo que se puede encontrar en Europa, se puede encontrar un gran equivalente aquí en Estados Unidos”, dijo a CNN Allison Luvera, cofundadora y directora ejecutiva de Juliet Wine, con sede en California.
Una de las razones es la diversidad de climas y suelos de Estados Unidos.
“Cuando se tiene un país tan grande como el nuestro, con tanta diversidad de lugares donde producir vino, inevitablemente se encuentran zonas que coinciden con las grandes regiones vinícolas de Europa”, explica Luvera.
Por ejemplo, en 1976, durante el concurso “Judgement of Paris”, los vinos del Valle de Napa, California, ganaron tanto en la categoría de tintos como en la de blancos, imponiéndose en una cata a ciegas a los legendarios chateaux y dominios de Burdeos y Borgoña. Desde entonces, los equivalentes estadounidenses de los vinos tintos de Borgoña producidos en el este de Francia han ido ganando reputación.
Los bebedores que busquen un vino similar a un Borgoña tinto y a un Borgoña blanco, deben buscar un Pinot Noir y un Chardonnay, respectivamente. Luvera afirma que hay “regiones absolutamente destacadas” en EE.UU. que elaboran vinos “similares en estilo y perfil a los franceses”; por ejemplo, el valle de Willamette, en Oregon, concretamente Eola-Amity Hills, que “produce vinos que rivalizan con algunos de los mejores de Francia”.
En California, los valles de Russian River, en Sonoma, y Santa Rita Hills, en Santa Bárbara, en particular, presentan “similitudes entre el clima y algunas de las regiones vinícolas de la costa oeste” con Borgoña, Francia, afirma Luvera.
Los bebedores que busquen un sabor similar al de Sancerre, un crujiente vino blanco elaborado en el centro de Francia, pueden recurrir a un Sauvignon Blanc elaborado en la costa central de California porque esas uvas se cultivan en climas similares a los de Francia.
Más allá de California, Luvera señala los vinos blancos Riesling de Finger Lakes, en Nueva York, que tiene un “increíble microclima muy similar a algunos de los climas más fríos de Europa, ya sea Alemania, Austria o partes de Francia como el valle del Loira”.
Quizá el único vino que no se puede comparar es el champán, que solo se puede elaborar en determinadas regiones de Francia. Sin embargo, hay bodegueros de espumosos que utilizan los mismos métodos y uvas que se emplean en Francia, afirma Luvera, señalando como ejemplo Schramsberg Vineyards, con sede en California.
“Si alguien quisiera encontrar aquí una alternativa al champán, buscaría un vino espumoso elaborado en Estados Unidos que dijera ‘método tradicional’”, explica. “Ese va a ser el producto más parecido al de Champagne”.
Por último, ya que estamos entrando en los meses más cálidos e inevitablemente veremos “rosado todo el día” en los carteles fuera de nuestras vinotecas favoritas, Luvera tiene una alternativa de producción estadounidense al vino rosado de elaboración francesa.
Para conseguir el “mismo estilo ligero, accesible y delicioso” del rosado, los consumidores pueden “dirigirse a California, concretamente a la costa central, y a todo lo que esté hecho con garnacha”, explica Luvera, refiriéndose a la variedad de uva que se utiliza mucho en los vinos y que es originaria de Francia.
EE.UU. importa unos US$ 5.400 millones en vino de la Unión Europea, según una nota de Morningstar, en la que la firma añade que con “una relación comercial tan extensa y valiosa, los aranceles pueden tener un impacto materialmente negativo en ambos mercados”.
Luvera es consciente de que Juliet Wine se beneficiará de los aranceles, que pretenden que los consumidores estadounidenses compren productos elaborados en Estados Unidos. Pero Luvera dijo que está en contra de los aranceles porque la industria del vino es un “ecosistema interconectado de distribuidores, minoristas y restaurantes”.
“Todo el mundo se vería afectado de algún modo, indirecta o directamente, si entraran en vigor”, dijo.
Aunque su empresa podría experimentar un aumento de las ventas a corto plazo, Juliet Wine depende en última instancia de distribuidores, minoristas y otros socios. En su opinión, los aranceles “tendrían un efecto descendente en los productores nacionales, incluso si ellos, como marcas individuales, no se vieran afectados”.
Francia también se siente nerviosa por los inminentes aranceles. Pierre Gonet, enólogo de Champagne Philippe Gonet, dijo a BFM-TV, afiliada de CNN en París, que tiene “miedo de que todos nuestros clientes huyan de nosotros” si Trump impone aranceles.
Añadió que la industria está “todavía esperando que nuestros líderes sean capaces de intervenir y calmar al señor Trump para que el champán siga siendo de Champagne”.
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