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OPINIÓN | El país que le muestra al mundo cómo ahorrar agua

Alexandra Ferguson

Nota del editor: Seth M. Siegel es autor de “Let There Be Water: Israel’s Solution for a Water-Starved World” y “Troubled Water: What’s Wrong with What We Drink”. Actualmente es el Director de Sostenibilidad de N-Drip, una empresa que ha desarrollado una tecnología de ahorro de agua para uso agrícola. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen exclusivamente a su autor.

(CNN) — Las temperaturas abrasadoras y los informes sobre la escasez de agua acaparan los titulares, a medida que la sequía causada por el cambio climático crea problemas a largo plazo para los agricultores y las comunidades de Estados Unidos y de todo el mundo. Sin un suministro adecuado de agua, los agricultores se ven obligados a plantar menos para conservar el agua que necesitarán para superar otro año de sequía prolongada. Las consecuencias serán el aumento de los precios de los alimentos aquí, pero también la inestabilidad social en países importantes para Estados Unidos.

A pesar de lo aterrador y de lo insalvable que pueda parecer el desafío de la escasez crónica y creciente de agua, hay soluciones a la mano que pueden salvarnos de la crisis.

Un pequeño país situado en una de las regiones más secas del mundo se encuentra entre los que han desarrollado políticas y técnicas para suministrar agua tanto en las ciudades como en las granjas. Ese país es Israel. Y ahora que la sequía se está convirtiendo en la nueva normalidad, los legisladores se beneficiarían de fijarse en lo que ha hecho Israel y en iniciar el proceso de creación de sus propias sociedades resistentes al agua y menos dependientes de unas lluvias que quizá nunca vuelvan.

Aunque Israel obtiene casi toda su agua para uso doméstico de plantas desalinizadoras a lo largo de la costa del mar Mediterráneo, y una gran parte de su agua para la agricultura mediante la purificación y reutilización de las aguas residuales de la nación, Israel se niega a confiar en una sola estrategia o tecnología para hacer frente a sus necesidades de agua.

Este planteamiento de “todo lo anterior” genera resiliencia gracias a esta redundancia intencionada, pero también abre la puerta a la innovación y a asumir riesgos que con frecuencia han resultado en avances que cambian al mundo.

Israel se convirtió en una nación en mayo de 1948, pero décadas antes, mientras estaba bajo el control del Mandato británico, los dirigentes sionistas comenzaron a dar prioridad a la excelencia en la gestión del agua, junto con la política de defensa e inmigración. En la mayoría de los países, los temas (poco románticos) de la infraestructura y la tecnología del agua están en manos de funcionarios de nivel medio y miembros del gabinete de menor rango. Pero leer los diarios de los fundadores de Israel es ver el interés diario, casi obsesivo, por acertar con la política del agua.

Por ejemplo, mucho antes de que la desalinización repuntara en Israel, el primer primer ministro del país, David Ben-Gurion, escribía a menudo sobre la perspectiva de “desalar el mar” para “hacer florecer el desierto”.

No todo lo que hace Israel es relevante en todas partes. Debido a su pequeño tamaño, aproximadamente la superficie de Nueva Jersey, puede hacer cosas con más facilidad que los países pobres en agua de grandes dimensiones. Asimismo, el hecho de tener una larga costa y la mayor parte de su población al alcance de las instalaciones de desalinización del país, ofrece oportunidades que no están disponibles en todas partes.

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Pero parte de lo que hace Israel lo puede hacer todo el mundo, al menos en teoría.

En primer lugar, Israel cobra el precio real del agua (aunque el costo está subvencionado para quienes reciben asistencia social; todos los demás pagan el precio completo). Mediante el uso de las fuerzas del mercado, los consumidores, los agricultores y la industria siempre buscan formas de conservar el agua, o de utilizar tecnología que lleve al uso más eficiente posible del agua.

En la mayor parte del mundo, el agua está muy subvencionada, lo que conduce a un enorme despilfarro de agua debido a su uso excesivo. Por ejemplo, como a precio de mercado es más barato arreglar las tuberías con fugas que malgastar el agua, Israel tiene un factor de fugas extraordinariamente bajo, de entre el 7 y el 8%. Incluso en Estados Unidos hay comunidades con tuberías que pierden hasta el 50% del agua que circula por ellas.

El éxito de Israel en materia de agua también está vinculado a la decisión de poner la administración del agua del país en manos de tecnócratas apolíticos. Su trabajo consiste en hacer llegar el agua de mayor calidad al mayor número de personas posible.

El precio es un factor, pero no el único. En comparación, en algunas ciudades de EE.UU., los alcaldes saben que sus electores pueden ver una subida de las tarifas del agua como un aumento de impuestos de facto. El resultado es la supresión de las tarifas del agua, y con ello la imposibilidad de modernizar las instalaciones con los mejores equipos y programas, y la dificultad para atraer y retener a ingenieros altamente cualificados.

Israel también difiere de gran parte del mundo en su enfoque de la agricultura. Hace décadas, el gobierno desaconsejó el riego por inundación, que empapa el suelo anegando los campos con agua, poniendo fin a esta práctica. Sin embargo, en todo el mundo, el 85% de los campos de regadío utilizan el riego por inundación, una práctica que se remonta a la época del antiguo Egipto y a la inundación de la cuenca del río Nilo.

Aunque se piense que este método derrochador e insostenible solo se utiliza en los países menos desarrollados, aquí en Estados Unidos regamos por inundación millones de hectáreas en California, Texas e incluso en el reseco suroeste. Los agricultores tienen pocos incentivos para cambiar a la tecnología de ahorro de agua porque pueden seguir utilizando el agua como si fuera tan abundante e inagotable como el sol o el aire. En Arizona, por ejemplo, el 89% del riego utilizado es por inundación, y en los estados de la cuenca del río Colorado, que se está agotando rápidamente, hay hasta 2,5 millones de hectáreas que siguen desperdiciando billones de galones al año inundando los campos.

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La tecnología israelí podría ayudar a rescatar al suroeste de Estados Unidos. El riego por goteo de bajo costo y alimentado por gravedad, desarrollado por un científico israelí, ya se ha implantado en miles de hectáreas en Arizona y otros lugares. (Trabajo con la compañía de este científico). La tecnología ahorra la mitad del agua que antes se necesitaba para los campos regados por inundación, al tiempo que mejora el rendimiento y reduce la necesidad de fertilizantes contaminantes del agua. Este nuevo enfoque es similar a la forma más conocida de riego por goteo inventada en Israel hace más de 60 años. Pero este sistema utiliza la gravedad como fuente de energía, eliminando el uso y el gasto de energía externa.

Se ha dicho que las guerras del siglo XXI se librarán por el agua. Puede que sea así, pero es más barato y más inteligente que cada región y país con problemas de agua transforme su forma de utilizarla. Eso tiene que empezar por cambiar nuestra forma de pensar sobre el agua. Y en eso, todos los países, ricos o pobres, grandes o pequeños, sin salida al mar o con una larga costa, pueden aprender de lo que ha hecho Israel.

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