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Esta temporada de huracanes en el Atlántico está confundiendo a los expertos y desafiando las previsiones. ¿Qué está pasando?

Alexandra Ferguson

(CNN) — Estamos a principios de septiembre, en lo que debería ser el tramo más activo de la temporada de huracanes. Los meteorólogos predijeron que ésta iba a ser mala: tormenta tras tormenta, las previsiones más pesimistas de las que se tiene constancia.

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En su lugar, el océano Atlántico está envuelto en una rara y extraña calma que ha desconcertado a los meteorólogos y reajustado sus expectativas. Y todo ello podría ser un atisbo de lo que está por venir a medida que el planeta se calienta.

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A pesar de las condiciones ideales que alimentaron las predicciones de antes de la temporada de más de 20 tormentas con nombre, las perspectivas inmediatas de que se forme una son escasas, y no se ha formado ninguna en el Atlántico desde Ernesto a mediados de agosto, una racha sin parangón en 56 años.

“Si me hubieran dicho hace un mes que no se (desarrollaría) nada después de Ernesto no les habría creído”, afirmó Phil Klotzbach, experto en huracanes e investigador científico de la Universidad Estatal de Colorado. “Es realmente sorprendente”.

La extraña temporada se ha visto influida por unas condiciones atmosféricas extremas que son un subproducto del cambio climático impulsado por la contaminación de los combustibles fósiles, según los expertos. Y también podría ser una “lente” del comportamiento más volátil de las tormentas en el futuro, dijo Matthew Rosencrans, pronosticador principal de la temporada de huracanes del Centro de Predicción Climática de la NOAA.

Los científicos llevan mucho tiempo afirmando que un mundo que se calienta acabará provocando menos tormentas pero más fuertes, algo que esta temporada ha constatado.

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Los meteorólogos especializados en huracanes, entre ellos Klotzbach, pronosticaban que el cambio de calendario de agosto a septiembre reactivaría la temporada. Muchos modelos de previsión ampliamente utilizados señalaban lo mismo. No resultó así.

Las condiciones ideales para el desarrollo de los huracanes: agua cálida en el océano, vientos mínimos en los niveles superiores que perturban las tormentas y abundante aire húmedo están ahí, pero las tormentas no se producen. Factores atmosféricos menos conocidos se han interpuesto en el camino, según Klotzbach, y están relacionados con el calentamiento global.

Por ejemplo, el agua oceánica extremadamente cálida. El Atlántico ha estado cerca del récord de calor desde antes de que empezara la temporada. Alimentó al huracán Beryl, de categoría 5, que batió récords, un huracán con una fuerza tan inmensa tan al principio de la temporada que se consideró un presagio potencial de una temporada cargada por venir.

Pero las aguas cálidas no pueden intensificar las tormentas si nunca llegan allí en primer lugar.

Casi todos los huracanes se originan en las tormentas que llegan a la costa de África Central. Desde aproximadamente mediados del verano, estas semillas de huracanes han sido empujadas más al norte de lo habitual, incluso hacia una de las zonas más secas de la Tierra, el desierto del Sahara. También han salido de África mucho más al norte de lo normal y, como consecuencia, se han atrofiado. El aire seco y polvoriento y las temperaturas más frías del océano aquí, frente a la costa noroeste del continente, se han combinado para ahogar las tormentas.

Según Klotzbach y su grupo de la CSU, el desplazamiento hacia el norte podría estar vinculado a la interacción entre el agua extremadamente cálida del Atlántico tropical y una pequeña mancha de agua anormalmente fría –un fenómeno de La Niña Atlántica floreciente– cerca del ecuador.

Una casa permanece dañada tras el paso del huracán Beryl por la zona en Surfside Beach, Texas. Crédito: Kaylee Greenlee Beal/Reuters

El monzón africano está sobrecargado con muchísima humedad, algo que en realidad puede retrasar el desarrollo de las tormentas tropicales, según descubrió un estudio publicado en junio en la revista Journal of Advances in Modeling Earth Systems. Resulta que existe una zona ideal para los huracanes: las condiciones secas privarán a las tormentas del combustible que necesitan, pero un exceso puede hacerlas tan desordenadas que no puedan organizarse en un ciclón. La humedad tiene que ser la justa.

“Por primera vez, constatamos que éste es realmente el caso”, dijo Núñez Ocasio. “Lo estamos viendo ahora mismo en la temporada de huracanes del Atlántico”.

El escenario podría darse con más frecuencia a medida que el mundo siga calentándose porque la atmósfera retendrá más humedad. Se necesitan más investigaciones para determinar definitivamente el cambio a lo largo del tiempo, advirtió Núñez Ocasio.

Las condiciones muy cálidas vinculadas a la crisis climática tanto en la superficie de la Tierra como a mayor altitud en la atmósfera también están limitando la energía caótica disponible que necesitan los sistemas tropicales para formarse.

Junto con el calentamiento en la superficie, incluso los niveles más altos de la troposfera, la capa de la Tierra donde se desarrolla toda la vida y la mayor parte del clima, se están calentando con el tiempo, según un estudio publicado en 2023 en la revista académica Nature. Esta tendencia podría hacer que las tormentas en el Atlántico fueran mucho más moderadas durante la parte más cálida del año, de forma similar a lo ocurrido este año.

La rareza meteorológica significa que no hay perspectivas legítimas inmediatas de tormentas. Si no se desarrolla ninguna tormenta para el pico típico de la temporada de huracanes, el 10 de septiembre, marcaría una racha de calma en el pico de la temporada sin parangón en casi 100 años, según el experto en huracanes Michael Lowry.

Aún así, los expertos advierten que la temporada no se ha dado por concluida y que pronto podría dar señales de vida.

Más del 40% de toda la actividad tropical de una temporada típica se produce después del 10 de septiembre, por lo que hay muchos precedentes para que las tormentas revitalicen el Atlántico en los meses siguientes.

Klotzbach cree que la temporada podría despertar de nuevo en la segunda mitad de septiembre, cuando estos factores limitantes podrían empezar a disminuir.

Y a medida que se prolonga la temporada, la zona en la que empiezan a formarse tormentas más tarde en la temporada de huracanes se acerca cada vez más al Caribe y a la costa estadounidense, incluso en el golfo de México, que se encuentra en una temperatura récord. Además, se espera que La Niña se consolide a lo largo del otoño y podría dar un impulso a la actividad en octubre y noviembre.

Quienes se encuentren en zonas con riesgo de impactos tropicales no deben bajar la guardia por la reciente pausa en la actividad.

Las tormentas “volverán”, advirtió Klotzbach. “Sigo sin ver que esta temporada termine bien”.

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