Skip to Content

ANÁLISIS | Las relaciones de EE.UU. con Europa no volverán a ser las mismas tras la llamada de Trump a Putin

Por Stephen Collinson, CNN

El siglo estadounidense de Europa ha terminado.

Este miércoles, dos truenos geopolíticos transformarán las relaciones transatlánticas.

  • La llamada de Donald Trump a Vladimir Putin hizo que el líder ruso saliera del frío, ya que urdieron planes para poner fin a la guerra en Ucrania y acordaron intercambiar visitas presidenciales.
  • Por su parte, el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, viajó a Bruselas y dijo a los aliados europeos que “asuman la responsabilidad de la seguridad convencional en el continente”.

El parteaguas pone de relieve la ideología de Trump de “Estados Unidos primero” y su tendencia a ver cada asunto o alianza como una propuesta de valor en dólares y céntimos. También subraya su libertad frente a los asesores del establishment impregnados de la mitología de la política exterior de Occidente, que él cree que frustraron su primer mandato.

Aunque Hegseth volvió a comprometerse con la OTAN, algo fundamental ha cambiado.

Las intervenciones estadounidenses ganaron dos guerras mundiales que empezaron en Europa y después garantizaron la libertad del continente frente a la amenaza soviética. Pero Trump dijo en campaña que podría no defender a los miembros de la alianza que no hayan invertido lo suficiente en defensa. Revivió así un eterno argumento planteado con la mayor elocuencia por Winston Churchill en 1940 cuándo dijo que “el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza” saldrá “al rescate y a la liberación del viejo”.

Trump está volviendo al razonamiento utilizado por muchos presidentes recelosos de los enredos extranjeros desde el comienzo de la república, y dijo este miércoles: “Tenemos una cosita llamada océano de por medio”.

Hace tiempo que estaba claro que la segunda administración Trump plantearía nuevas exigencias a los socios europeos de Estados Unidos, que ahora llevarán a decisiones agónicas a los gobiernos que han optado por el gasto social en lugar de la defensa. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, dijo al Parlamento Europeo el mes pasado que los europeos deben conseguir más dinero para sus fuerzas armadas. “Si no lo hacen, tomen cursos de ruso o vayan a Nueva Zelandia”, dijo.

Pero Hegseth no dejó de ser chocante. Formalizó la exigencia de Trump de que los miembros de la alianza gasten el 5% del PIB en defensa y dijo que EE.UU. priorizará su creciente enfrentamiento con China y la seguridad de sus fronteras sobre la de Europa. “Estados Unidos ya no tolerará una relación desequilibrada que fomente la dependencia”, dijo el nuevo jefe del Pentágono, que lucía un pañuelo de bolsillo con las barras y estrellas.

El nuevo y duro enfoque no es como la fantasía de Trump de desplazar a los palestinos de Gaza para construir la “Riviera de Medio Oriente”. Es una respuesta racional a realidades políticas cambiadas. La “generación más grande” que luchó en la Segunda Guerra Mundial y produjo presidentes que comprendieron los peligros de un vacío de poder en Europa se ha ido. Cualquier estadounidense que tenga un recuerdo adulto de la Guerra Fría contra la Unión Soviética tiene como mínimo unos 50 años. Y el competidor más poderoso de Estados Unidos está en Asia, no en Europa. Por lo tanto, es justo que Trump se pregunte por qué el continente aún no se ha hecho cargo de su propia autodefensa 80 años después de la derrota de los nazis.

Los sucesivos presidentes estadounidenses y los líderes europeos no han sabido replantearse la OTAN para el siglo XXI. En retrospectiva, la alianza transatlántica quedó muy mal parada ante el presidente estadounidense más transaccional y nacionalista desde el siglo XIX.

El secretario de Estado, Marco Rubio, sugirió en una reciente entrevista en el programa “The Megyn Kelly Show” de Sirius XM que Estados Unidos no debería ser el “front end” de la seguridad europea, sino más bien el “back stop”. Y reprendió a las grandes potencias europeas. “Cuando les preguntas a esos tipos, por qué no pueden gastar más en seguridad nacional, su argumento es porque eso requeriría que hiciéramos recortes en los programas de bienestar, en las prestaciones por desempleo, en poder jubilarse a los 59 años y en todas esas otras cosas”, dijo Rubio. “Esa es una elección que ellos hicieron. Pero, ¿estamos subvencionando eso?”.

El trato de Trump a aliados como Canadá y México, así como sus llamamientos a Dinamarca para que entregue Groenlandia, muestra su desdén por la política exterior multilateral estadounidense de antaño. Siempre elogia a Putin y al presidente de China Xi Jinping por su inteligencia y su fuerza. Es obvio que los considera los únicos interlocutores dignos del duro líder de otra gran potencia, Estados Unidos.

“La agenda de Trump no tiene que ver con la seguridad europea: es que cree que Estados Unidos no debe pagar por la seguridad europea”, dijo Nicholas Dungan, fundador y director general de CogitoPraxis, una consultora estratégica de La Haya. “Esta no es una nueva era de relaciones transatlánticas, es una nueva era de relaciones globales entre grandes potencias que sustituyen a las estructuras deliberadamente institucionales del orden internacional liberal”.

La primera prueba de esta nueva realidad Estados Unidos-Europa llegará sobre Ucrania.

Trump dijo que las negociaciones para poner fin a la guerra de Ucrania comenzarán “inmediatamente” después de su llamada con Putin, que ha sido congelado por Occidente desde su invasión ilegal de Ucrania, una democracia soberana, hace tres años.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, no estaba incluido, en una señal alarmante para el Gobierno de Kyiv. Zelensky estuvo en el centro de todo lo que hizo la administración Biden sobre la guerra. Trump llamó a Zelensky más tarde este miércoles, pero el presidente estadounidense ya está alimentando los temores de que cocine una resolución que favorezca a Rusia. A la pregunta de un periodista sobre si Ucrania sería un socio igualitario en las conversaciones de paz, Trump respondió: “Es una pregunta interesante”, y pareció pensárselo detenidamente antes de responder: “Dije que no era una buena guerra en la que meterse”, aparentemente creyendo la línea de Putin de que el conflicto fue culpa de una nación brutalmente invadida por un vecino autoritario.

Hegseth fue igual de contundente. Expuso los puntos de partida estadounidenses para la negociación: que Ucrania no podría volver a sus fronteras anteriores a 2014, antes de la invasión de Crimea, que no podría unirse a la OTAN y que las tropas estadounidenses no formarían parte de ninguna fuerza de seguridad para garantizar una eventual paz. Cualquier fuerza de mantenimiento de la paz tendría que estar formada por tropas europeas y no europeas y no estaría cubierta por la cláusula de defensa mutua de la OTAN, lo que significa que Estados Unidos no la rescataría en caso de enfrentamiento con las fuerzas de Moscú.

El expresidente Joe Biden también se mostró reticente a que Ucrania pudiera entrar en la OTAN, por temor a un enfrentamiento con una Rusia con armas nucleares que pudiera derivar en la Tercera Guerra Mundial. Y la insistencia de Trump en que las fuerzas de paz europeas no lleven uniformes de la OTAN será vista como una medida igualmente prudente por muchos observadores para evitar arrastrar a Estados Unidos a un conflicto con Rusia.

Pero este miércoles también fue el mejor día para Putin desde la invasión, ya que barrió muchas de las aspiraciones de Ucrania. Hegseth argumentó que simplemente estaba dispensando realismo. Y tiene razón. Nadie en Estados Unidos ni en Europa pensó que el reloj pudiera retroceder hasta 2014. Y Ucrania fue incapaz de recuperar su territorio en el campo de batalla a pesar de los miles de millones de dólares de ayuda occidental.

Aun así, al retirar esas cuestiones de la mesa, Trump, el supuesto hacedor de tratos supremo, privó a los ucranianos de una moneda de cambio que podría haber utilizado para obtener concesiones de su viejo amigo Putin. Tal y como están las cosas, Trump no parece tener inconveniente en que Rusia se quede con el botín de su invasión no provocada. Esto no es sorprendente, ya que al igual que Rusia, Estados Unidos tiene ahora un presidente que cree que las grandes potencias tienen derecho al expansionismo en sus áreas regionales de influencia. Pero recompensar a Rusia con un acuerdo favorable sentaría un precedente desastroso.

La llamada entre Estados Unidos y Rusia y una futura cumbre con Putin en Arabia Saudita, que Trump dijo que se celebraría pronto, pueden ser un indicio de que no solo está dejando fuera del acuerdo a Zelensky, sino también a Europa.

En un comunicado, Francia, Alemania, Polonia, Italia, España, la Unión Europea, la Comisión Europea, más el Reino Unido y Ucrania, advirtieron de que “Ucrania y Europa deben formar parte de cualquier negociación”. Y advirtieron a Trump, que parece querer un acuerdo de paz a cualquier precio, de que “una paz justa y duradera en Ucrania es una condición necesaria para una fuerte seguridad transatlántica”.

El ex primer ministro de Suecia Carl Bildt está preocupado por la acogedora llamada entre Trump y Putin. “Lo inquietante es, por supuesto, que tenemos a los dos grandes, los dos grandes egos (…) creyendo que pueden maniobrar todos los asuntos por su cuenta”, dijo a Richard Quest en CNN Internacional. Bildt evocó la analogía histórica más condenatoria posible: el apaciguamiento de Adolf Hitler por parte de Gran Bretaña, que permitió a los nazis anexionarse los Sudetes. “Para los oídos europeos, esto suena como Múnich. Suena a dos grandes líderes que quieren tener paz en nuestro tiempo, (sobre) un país lejano del que saben poco. Se están preparando para hacer un trato por encima de las cabezas de ese país en particular. Muchos europeos saben cómo acabó esa película en concreto”.

La estrategia detallada de Trump sigue siendo opaca. La derrota de muchas de las aspiraciones de Zelensky significa que no se puede dar por sentado el acuerdo de Kyiv con cualquier pacto Putin-Trump. Y después de sus constantes avances en el campo de batalla, no hay certeza de que el líder ruso esté tan desesperado por un acuerdo rápido como Trump, que lleva tiempo ansiando un Premio Nobel de la Paz.

Pero el marco de un posible acuerdo ha sido tema de conversaciones privadas en Washington y las capitales europeas durante meses, incluso durante la administración Biden. Como dejó claro Hegseth, las esperanzas de Ucrania de recuperar todo el territorio perdido no son realistas. Lo que puede surgir es una solución similar a la partición de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, con el territorio ocupado por Rusia congelado bajo su control y el resto de Ucrania –al otro lado de una frontera dura– en democracia. Tal vez se permitiría que el extremo occidental se uniera a la Unión Europea, como la antigua Alemania Occidental. Pero esta vez, las tropas estadounidenses no harán posible la libertad.

“La posición estadounidense sobre Ucrania, tal como se ha expresado hoy, no debería sorprender a nadie en Europa: es simplemente lo que los expertos europeos me han estado diciendo extraoficialmente, en canales secretos, tras bastidores durante dos años: Ucrania occidental y Ucrania oriental, como Alemania occidental y Alemania oriental, pero en este caso: UE sí, OTAN no”, dijo Dungan.

Semejante solución evocaría una cruel ironía histórica. Putin, que observó con desesperación desde su puesto como oficial de la KGB en Dresde cómo se disolvía la Unión Soviética, puede estar a punto de crear una nueva Alemania Oriental en la Europa del siglo XXI con la ayuda de Estados Unidos.

The-CNN-Wire
™ & © 2025 Cable News Network, Inc., a Warner Bros. Discovery Company. All rights reserved.

Article Topic Follows: Noticias - CNN

Jump to comments ↓

CNN Newsource

BE PART OF THE CONVERSATION

KTVZ NewsChannel 21 is committed to providing a forum for civil and constructive conversation.

Please keep your comments respectful and relevant. You can review our Community Guidelines by clicking here

If you would like to share a story idea, please submit it here.

Skip to content